Liturgia de la Pasión
Lecturas: CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
Isaías 52, 13 --53, 12/Salmo 30/ Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9/ Pasión Según San Juan.
En este día hacemos menoria de la entrega en la cruz del Señor, por la salvación de la humanidad, esa humanidad que por el sacrificio cruento de la cruz, ha sido reconciliada con el Padre.
Hemos escuchado el relato de la pasión, y en ella podemos descubrir el sentido que la liturgia nos invita hoy a vivir, celebramos lo que en el evangelio de Juan es central, "La Hora", la cruz es la hora, hora de la entrega, hora de la glorificación, hora de la exaltación de Jesús, es la hora del inmenso amor de Dios a los hombres, por eso en la litugia de la pasión del viernes Santo, recordamos o revivimos ese momento, no sólo como algo triste y que nos debe desanimar, sino como un acontecimiento que nos debe llenar de una mayor fe. El Señor se entrega en la cruz, y la cruz pasa a ser el signo de la GLORIFICACIÓN de redención. Hemos escuchado por otrsa parte dos lecturas significactivas, por una parte el profeta Isaías, que prefigura la venida del Mesías, y por ende su glorificación, nos presente la imagen del siervo sufriente, que como cordero es entregado al matadero, esa frase es plenamente válida, sólo en la medida que hemos escuchado la primera parte de la lectura, pues en la medida que el servidor (Cristo) es exaltado, elevado y triunfa, se hace plena la entrega del cordero, por la salvación del género humano; este triunfo en la cruz, que es lo fuerte del evangelio de Juan, es el trunfo sobre las tinieblas, es decir, sobre el mal, que se personifica en el Diablo, por tanto no es un triunfo cualquiera, sino el triunfo sobre el poder del mal. Cosa semejante hemos escuchado en la carta a los Hebreos, donde lo central, es la obediencia del Hijo a la voluntad del Padre, en favor de los hombres, pues, la obediencia de Cristo, es la causa de la salvación (cosa que no acurrió con Adán).
Finalmente que la pasión de Cristo que hemos escuchado nos haga caer en la cuenta, de que el camino hacia la Resurrección pasa por la Cruz, como signo de glorificación, signo amor; la cruz debe ser para nosotros signo del triunfo de Cristo, por eso la llavamos muchas veces en nuestro cuello, o preside nuestras Iglesias, porque la cruz es el paso a la vida, es señal de amor. Es esa la fe que hoy necesitamos, la misma fe que tuvo María y el discípulo amado, de estar presente junto al hijo y Maestro en el Gólgota, y desde ahí, desde el monte sentirnos parte de la Iglesia que surge al pie de la Cruz. Te adoramos oh, Cristo y te bendecimos... que por tu Santa Cruz redimiste el mundo. Así sea.
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