Lecturas: CENA DEL SEÑOR
Éxodo 12, 1-8 . 11-14 /Salmo 115/ 1a Corintios 11, 23-26/ Juan 13, 1-15
"Hoc est Corpus meum... (esto es mi cuerpo)
Hic enim calix sanguinis mei (este es el cáliz de mi sangre)"
Hic enim calix sanguinis mei (este es el cáliz de mi sangre)"
En este día, ya al caer la tarde, celemamos el Jueves Santo, y recordamos la Cena del Señor; hoy la Iglesia nos invita a tener presente dos sacramentos muy importantes: La Eucaristía y el Sacerdocio Ministerial. Dos sacramentos que recientemente el papa Benedicto XVI en su exhortación "Sacramentum Caritatis" nos ha invitado a valorar y descubrir en ellos el amor infinito de Dios.
La liturgia de la Palabra en este día, nos invita a descubrir la centralidad de la eucaristía, como el sacramento del amor y el servicio. El libro del éxodo, nos relata el sentido pascual de la eucaristía, vocándonos la pascual del antiguo testamento, la cual es figura de la nueva pascua, donde la victima ofrecida nos es el cordero, sino que es el mismo Cristo que se ofrece como cordero por la humanidad; por tanto una primera nota sobre la eucariatía, es que ella debe ser centro de nuestra vida de cristianos. Por otra parte San Pablo en su carta a los corintios, les relata, lo que por tradición ha recibido, que fue la última cena de Jesús con sus discípulos, en la cual da nuevo sentido a la alianza, inaugurando la nueva alianza, además de hacer porpagadores a aquellos hombres de ese mismo gesto a la humanidad. Y el Evangelio, aunque San Juan, no tiene un relato de la última cena, como los otros evangelistas, nos narra el lavatorio de los pies; este gesto es muy significativo, pues, aquí está la centralidad de la eucaristia, como sacramento de la caridad, como sacramento del servicio, es decir, Jesús invita a sus discípulos a ser servidores unos con otros, y es eso lo que la eucaristía es para la vida del creyente un servicio, ofrecido por hombres frágiles, pero que han consagrado su vida al servicio de los demás, es eso lo que debemos tener presente en nuestros ministros, que sean servidores de la Palabra y testigos del amor y del servicio.
Que nuestra celebración de los misterios del Señor, nos permita orar mucho más para que la eucaristía siga siendo centro de nuestra vida, para que el Señor, siga enviando muchos más operarios a su mies y se siga celbrando en el mundo el sacramento del amor. Que en nuestra vida cotidiana, podamos repetir constantemente este gesto del lavado de los pies, a tatos hombres y mujeres que necesitan de nuestro servicio, de nuestra entrega humilde y generosa y así podamos ser signos concretos del amor de Dios. Que así sea.
La liturgia de la Palabra en este día, nos invita a descubrir la centralidad de la eucaristía, como el sacramento del amor y el servicio. El libro del éxodo, nos relata el sentido pascual de la eucaristía, vocándonos la pascual del antiguo testamento, la cual es figura de la nueva pascua, donde la victima ofrecida nos es el cordero, sino que es el mismo Cristo que se ofrece como cordero por la humanidad; por tanto una primera nota sobre la eucariatía, es que ella debe ser centro de nuestra vida de cristianos. Por otra parte San Pablo en su carta a los corintios, les relata, lo que por tradición ha recibido, que fue la última cena de Jesús con sus discípulos, en la cual da nuevo sentido a la alianza, inaugurando la nueva alianza, además de hacer porpagadores a aquellos hombres de ese mismo gesto a la humanidad. Y el Evangelio, aunque San Juan, no tiene un relato de la última cena, como los otros evangelistas, nos narra el lavatorio de los pies; este gesto es muy significativo, pues, aquí está la centralidad de la eucaristia, como sacramento de la caridad, como sacramento del servicio, es decir, Jesús invita a sus discípulos a ser servidores unos con otros, y es eso lo que la eucaristía es para la vida del creyente un servicio, ofrecido por hombres frágiles, pero que han consagrado su vida al servicio de los demás, es eso lo que debemos tener presente en nuestros ministros, que sean servidores de la Palabra y testigos del amor y del servicio.
Que nuestra celebración de los misterios del Señor, nos permita orar mucho más para que la eucaristía siga siendo centro de nuestra vida, para que el Señor, siga enviando muchos más operarios a su mies y se siga celbrando en el mundo el sacramento del amor. Que en nuestra vida cotidiana, podamos repetir constantemente este gesto del lavado de los pies, a tatos hombres y mujeres que necesitan de nuestro servicio, de nuestra entrega humilde y generosa y así podamos ser signos concretos del amor de Dios. Que así sea.
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