JORNADA PJM ZONA - SUR... CHILLÁN 3 DE JULIO 2010

Pastoral Vocacional Mercedarios de Chile

Profesión de Votos Solemnes - Fr. Rodrigo Aguilar Gómez - 10 de Octubre de 2008

martes, 16 de octubre de 2007

“Actitudes del penitente, ante el sacramento de la reconciliación” 2da. Parte.

FICHAS SOBRE EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
N° 2.

A LA LUZ DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA.

El objetivo, es poder conocer y a la vez comentar-reflexionar sobre la importancia de una buena apertura para celebrar la reconciliación con Dios.

Para desarrollar estos aspectos, es decir, como método de trabajo, me basaré en distintos textos, tanto del magisterio de la Iglesia, como manuales de estudios, así como textos de orientación pastoral sobre dicho sacramento, logrando de esta forma poder realizar una buena -espero- reflexión en torno al tema.

  1. Las Actitudes del penitente, a la luz de “Reconciliatio et Paenitentia”*.

En el número 31 de RP (Reconciliatio et Paenitentia)*, se plantean 5 actos o actitudes de cara a lo que debe significar el sacramento de la reconciliación para la vida del cristiano, que lo celebra y lo vive; se enmarcan en el ámbito de las convicciones fundamentales que el papa señala sobre el sacramento y, en el marco de la tercera convicción, que refiere a las Realidades o partes que componen el signo sacramental del perdón y la reconciliación, se señalan lo 5 actos o actitudes: Conciencia del penitente, contrición, acusación del los pecados, absolución y satisfacción.

En está línea quiero apuntar mi reflexión, de cara a la figura del penitente y éstos cinco aspectos o actitudes que deben estar en él, es en definitiva, ver cómo le interpelan en su vida y en su vivencia del sacramento y su válida celebración.

a. Rectitud y la transparencia de la conciencia del penitente: Este primer acto es interesante, pues, invita a un movimiento en el hombre o mujer que se acerca a la reconciliación con Dios; es la convicción de que hay una fragilidad, es el reconocimiento de que yo he pecado, y tener conciencia de ello, es el primer paso en el camino de la reconciliación y la penitencia. En este sentido cobra importancia el examen de conciencia, que es la mirada sincera que uno se hace de cara al arrepentimiento.

b. Contrición, o sea, el rechazo claro al pecado cometido y el no querer volver a cometer: Este segundo acto, tiene un sentido mucho más personal, pues, es la profunda experiencia de sentirse pecador; pero dando un paso más, es valorar la actitud de la Metanoia, ya que al querer hacer el cambio de vida, es evidente que debe tener la certeza de que no quiero volver a caer en aquello mismo que hoy me arrepiento, por eso este paso, es un esfuerzo, que comporta un compromiso real de cambio, no por nada aquí se juega la validez del sacramento, pues, para que sea pleno el signo, debe existir este deseo de no volver a pecar una vez que se ha vuelto a la casa del Padre; es volver a tener la alegría de sentirse salvados por la mano de Dios, que espera que volvamos con un corazón nuevo.

c. La acusación de los pecados: Esta es otra actitud, que siendo externa, pues, se expresa por la palabra pronunciada, es signo de un proceso interior, que da cuenta de una reflexión personal, a la vez que es el sello de lo que la contrición significa, pues, al confesar las faltas, ponemos nuestra vida en las manos de quien ejerce el papel de Juez y Médico de las almas y sólo en la acusación de los pecados se establece la mediación eclesial en la persona del ministro; de esta forma quien se siente arrepentido es capaz de recocer ante Dios y la Iglesia que ha pecado y es ahí mismo donde se pone bajo la mano de Dios.

d. Dios Padre que acoge y perdona a aquél que vuelve: es la Absolución: Aquí radica lo más significativo del sacramento, pues, la vida del penitente, por este acto de la absolución de parte del ministro, debe provocar la actitud del cambio de vida. Es aquí donde recibe el perdón de Dios, producto del itinerario bien seguido de las actitudes anteriores, es aquí donde la misericordia de Dios es plena en la vida del hombre y lo hace nuevo, lo restituye a la comunión con Dios, en definitiva lo dignifica lo hace nuevo. Es el mismo Dios que se ha visto ofendido por el pecado, quien le ofrece el perdón.

e.
La Satisfacción: este es el acto final, que como actitud de vida debe dar sentido a lo antes vivido y celebrado, es lo que se llama la “penitencia”, que no es el pago al modo mercantil por un bien recibido, sino que es el compromiso personal que el penitente perdonado ofrece a Dios como regalo o como fruto de nueva vida; esta satisfacción se debería reflejar en acciones tales como de culto, caridad, misericordia y reparación, es decir, la reconciliación con Dios, no debe quedar en el vacío de un pago por los pecado, sino que debe llenar la vida del hombre haciéndola más plena, más nueva, alegre.


*JUAN PABLO II
, Exhortación Apostólica Post-Sinodal, “Reconcilatio et Paenitentia”, 1984

Por: Fr. RAGO

lunes, 15 de octubre de 2007

“Actitudes del penitente, ante el sacramento de la reconciliación”

FICHAS SOBRE EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
N° 1.
PRESENTACIÓN

Quisiera abordar la temática, sobre la actitud del penitente, ante el sacramento de la reconciliación, es decir, qué disposición debe poseer, quien se va a acercar a este sacramente de sanación.

El objetivo, es poder conocer y a la vez comentar-reflexionar sobre la importancia de una buena apertura para celebrar la reconciliación con Dios.

Me gustaría poder clarificar el tema de las actitudes de cara a la reconciliación, contrastándolas con aquellos aspectos que pueden confundir el sacramento de la reconciliación.

  1. Reconciliación y vida cristiana.

En esta parte del desarrollo, teniendo presente el tema de las actitudes del penitente, ante al sacramento de la reconciliación, quiero poner un primer aspecto, el cual, dice relación a la experiencia antropológica, es decir, cómo se hace presente: “la vida”, de quien quiere arrepentirse, y cómo esto influye de cara a lo que realizará o vivirá como experiencia en la reconciliación, pues, dicho sacramento, es un acto eclesial, es decir, la Iglesia entera se une a la fe y entrega del penitente que quiere reconciliarse; por tanto la reconciliación en el cristiano, es parte de su vida, hay una identificación con su propia realidad.

Por eso que, al hablar de la actitud del penitente hacia la reconciliación, se hace necesario, poder establecer, que todo ser humano se ordena hacia la libertad, pero ese camino u orientación se ve afectado por el pecado o la tentación, lo cual es una infidelidad a Dios, lo que dificulta el camino hacia la verdadera libertad que conduce a Dios.

Otra aproximación que se puede establecer en este punto, es señalar que la penitencia, se orienta hacia la gracia de Dios, que se derrama en el hombre, de manera especial en aquel hombre caído, pero que se quiere levantar. Por eso que en está línea cobra mucho sentido hablar del perdón como una actitud fundamental o una manifestación de la gracia de Jesús, que no es otra cosa que el infinito amor del Padre, que desea siempre nuestra conversión.

Ahora bien la reconciliación, si la hemos entendido como actitud de vida, no puede quedarse en el momento pasajero del pecado, es decir, no puede quedar estancada en centrarse sólo en el pecado cometido y la satisfacción recibida, sino que, debe manifestar una experiencia de la gracia de Dios en la vida de aquel que ha dado el paso, que como el hijo pródigo de volver a la casa paterna, es decir, la actitud del arrepentimiento, tiene que dar razón de aquel que lo desea o lo busca, y ese buscar debe comprometer a todo el hombre y llevarlo al cambio de vida.

Es por eso que mi preocupación para realizar este trabajo, ha sido centrarme en este tema, pues, veo que si he dicho que la vida no se puede separar de la experiencia cristiana, tampoco la experiencia de la reconciliación, puede separarse de la vida del hombre, pues va unida y es necesaria.

Finalmente, las características que uno pueda recoger sobre el tema, nunca van a dar cuenta total de lo que cada experiencia personal significa, sólo nos podrán dar indicios u orientaciones de cara a una mayor cercanía con el sacramento, ya que, al hablar de actitudes, lo más importante será no quedarse en la mera casuística, de cumplir lo que se manda de una manera mecánica, sino más bien, teniendo presente que debe apuntar hacia una verdadera conversión, que brota solamente del interior del corazón humano.

De esta manera la vida del hombre que quiere levantarse, se ve enriquecida con el compromiso hacia la construcción del Reino de los Cielos; sólo en esta perspectiva el reconocimiento de la culpa, nos trae como añadido que: quien se reconoce pecador, también es capaz de reconocer lo conflictos externos-sociales que lo vinculan en la experiencia del pecado.

Por eso que, a mi modo de ver, es tan importante dar este primer paso, ya que, con la base o más bien el intento de poner o señalar una base antropológica, se hace más fácil querer entrar en las mismas actitudes que, el papa Juan Pablo II, nos dejó en “Reconciliatio et Paenitentia”.


proyecto Angola

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Recibí los ministerios de Lector y Acolito; acompañado de la cdad local y mis hnos.

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Buena Nueva... palabra viva y eficaz