JORNADA PJM ZONA - SUR... CHILLÁN 3 DE JULIO 2010

Pastoral Vocacional Mercedarios de Chile

Profesión de Votos Solemnes - Fr. Rodrigo Aguilar Gómez - 10 de Octubre de 2008

viernes, 13 de julio de 2007

MOTU PROPRIO “SUMMORUM PONTIFICUM”

Publicamos a continuación la traducción en castellano, no oficial, de la Carta Apostólica “Motu Proprio data”, “Summorum Pontificum” de Benedicto XVI, sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970.

Texto en Latín del Motu Proprio: Pincha aquí

El texto original está escrito en latín.

Los sumos pontífices hasta nuestros días se preocuparon constantemente porque la Iglesia de Cristo ofreciese a la Divina Majestad un culto digno de “alabanza y gloria de Su nombre” y “del bien de toda su Santa Iglesia”.
“Desde tiempo inmemorable, como también para el futuro, es necesario mantener el principio según el cual, “cada Iglesia particular debe concordar con la Iglesia universal, no solo en cuanto a la doctrina de la fe y a los signos sacramentales, sino también respecto a los usos universalmente aceptados de la ininterrumpida tradición apostólica, que deben observarse no solo para evitar errores, sino también para transmitir la integridad de la fe, para que la ley de la oración de la Iglesia corresponda a su ley de fe”. (1)

“Entre los pontífices que tuvieron esa preocupación resalta el nombre de San Gregorio Magno, que hizo todo lo posible para que a los nuevos pueblos de Europa se transmitiera tanto la fe católica como los tesoros del culto y de la cultura acumulados por los romanos en los siglos precedentes. Ordenó que fuera definida y conservada la forma de la sagrada Liturgia, relativa tanto al Sacrificio de la Misa como al Oficio Divino, en el modo en que se celebraba en la Urbe. Promovió con la máxima atención la difusión de los monjes y monjas que, actuando según la regla de San Benito, siempre junto al anuncio del Evangelio ejemplificaron con su vida la saludable máxima de la Regla: “Nada se anticipe a la obra de Dios” (cap. 43). De esa forma la Sagrada Liturgia, celebrada según el uso romano, enriqueció no solamente la fe y la piedad, sino también la cultura de muchas poblaciones. Consta efectivamente que la liturgia latina de la Iglesia en sus varias formas, en todos los siglos de la era cristiana, ha impulsado en la vida espiritual a numerosos santos y ha reforzado a tantos pueblos en la virtud de la religión y ha fecundado su piedad”.

“Muchos otros pontífices romanos, en el transcurso de los siglos, mostraron particular solicitud porque la sacra Liturgia manifestase de la forma más eficaz esta tarea: entre ellos destaca San Pío V, que sostenido de gran celo pastoral, tras la exhortación de Concilio de Trento, renovó todo el culto de la Iglesia, revisó la edición de los libros litúrgicos enmendados y “renovados según la norma de los Padres” y los dio en uso a la Iglesia Latina”.

”Entre los libros litúrgicos del Rito romano resalta el Misal Romano, que se desarrolló en la ciudad de Roma, y que, poco a poco, con el transcurso de los siglos, tomó formas que tienen gran semejanza con las vigentes en tiempos más recientes”.
”Fue éste el objetivo que persiguieron los Pontífices Romanos en el curso de los siguientes siglos, asegurando la actualización o definiendo los ritos y libros litúrgicos, y después, al inicio de este siglo, emprendiendo una reforma general” (2). Así actuaron nuestros predecesores Clemente VIII, Urbano VIII, san Pío X (3), Benedicto XV, Pío XII y el beato Juan XXIII.

”En tiempos recientes, el Concilio Vaticano II expresó el deseo que la debida y respetuosa reverencia respecto al culto divino, se renovase de nuevo y se adaptase a las necesidades de nuestra época. Movido de este deseo, nuestro predecesor, el Sumo Pontífice Pablo VI, aprobó en 1970 para la Iglesia latina los libros litúrgicos reformados, y en parte, renovados. Éstos, traducidos a las diversas lenguas del mundo, fueron acogidos de buen grado por los obispos, sacerdotes y fieles. Juan Pablo II revisó la tercera edición típica del Misal Romano. Así los Pontífices Romanos han actuado “para que esta especie de edificio litúrgico (…) apareciese nuevamente esplendoroso por dignidad y armonía” (4).

”En algunas regiones, sin embargo, no pocos fieles adhirieron y siguen adhiriendo con mucho amor y afecto a las anteriores formas litúrgicas, que habían embebido tan profundamente su cultura y su espíritu, que el Sumo Pontífice Juan Pablo II, movido por la preocupación pastoral respecto a estos fieles, en el año 1984, con el indulto especial “Quattuor abhinc annos”, emitido por la Congregación para el Culto Divino, concedió la facultad de usar el Misal Romano editado por el beato Juan XXIII en el año 1962; más tarde, en el año 1988, con la Carta Apostólica “Ecclesia Dei”, dada en forma de Motu proprio, Juan Pablo II exhortó a los obispos a utilizar amplia y generosamente esta facultad a favor de todos los fieles que lo solicitasen” ”Después de la consideración por parte de nuestro predecesor Juan Pablo II de las insistentes peticiones de estos fieles, después de haber escuchado a los Padres Cardenales en el consistorio del 22 de marzo de 2006, tras haber reflexionado profundamente sobre cada uno de los aspectos de la cuestión, invocado al Espíritu Santo y contando con la ayuda de Dios, con las presentes Cartas Apostólicas establecemos lo siguiente:

Art. 1.- El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la “Lex orandi” (”Ley de la oración”), de la Iglesia católica de rito latino. No obstante el Misal Romano promulgado por San Pío V y nuevamente por el beato Juan XXIII debe considerarse como expresión extraordinaria de la misma “Lex orandi” y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la “Lex orandi” de la Iglesia no llevarán de forma alguna a una división de la “Lex credendi” (”Ley de la fe”) de la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.

Por eso es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que no se ha abrogado nunca, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia. Las condiciones para el uso de este misal establecidas en los documentos anteriores “Quattuor abhinc annis” y “Ecclesia Dei”, se sustituirán como se establece a continuación:
Art. 2.- En las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar sea el Misal Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 que el Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, exceptuado el Triduo Sacro. Para dicha celebración siguiendo uno u otro misal, el sacerdote no necesita ningún permiso, ni de la Sede Apostólica ni de su Ordinario.

Art. 3.- Las comunidades de los institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica, de derecho tanto pontificio como diocesano, que deseen celebrar la Santa Misa según la edición del Misal Romano promulgado en 1962 en la celebración conventual o “comunitaria” en sus oratorios propios, pueden hacerlo. Si una sola comunidad o un entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas celebraciones a menudo o habitualmente o permanentemente, la decisión compete a los Superiores mayores según las normas del derecho y según las reglas y los estatutos particulares.

Art 4.- A la celebración de la Santa Misa, a la que se refiere el artículo 2, también pueden ser admitidos -observadas las normas del derecho- los fieles que lo pidan voluntariamente.

Art.5. §1.- En las parroquias, donde haya un grupo estable de fieles adherentes a la precedente tradición litúrgica, el párroco acogerá de buen grado su petición de celebrar la Santa Misa según el rito del Misal Romano editado en 1962. Debe procurar que el bien de estos fieles se armonice con la atención pastoral ordinaria de la parroquia, bajo la guía del obispo como establece el can. 392 evitando la discordia y favoreciendo la unidad de toda la Iglesia.
§ 2.-La celebración según el Misal del beato Juan XXIII puede tener lugar en día ferial; los domingos y las festividades puede haber también una celebración de ese tipo.

§ 3.- El párroco permita también a los fieles y sacerdotes que lo soliciten la celebración en esta forma extraordinaria en circunstancias particulares, como matrimonios, exequias o celebraciones ocasionales, como por ejemplo las peregrinaciones.
§ 4.- Los sacerdotes que utilicen el Misal del beato Juan XXIII deben ser idóneos y no tener ningún impedimento jurídico.

§ 5.- En las iglesias que no son parroquiales ni conventuales, es competencia del Rector conceder la licencia más arriba citada.

Art.6. En las misas celebradas con el pueblo según el Misal del Beato Juan XXIII, las lecturas pueden ser proclamadas también en la lengua vernácula, usando ediciones reconocidas por la Sede Apostólica.

Art.7. Si un grupo de fieles laicos, como los citados en el art. 5, §1, no ha obtenido satisfacción a sus peticiones por parte del párroco, informe al obispo diocesano. Se invita vivamente al obispo a satisfacer su deseo. Si no puede proveer a esta celebración, el asunto se remita a la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”.
Art. 8. El obispo, que desea responder a estas peticiones de los fieles laicos, pero que por diferentes causas no puede hacerlo, puede indicarlo a la Comisión “Ecclesia Dei” para que le aconseje y le ayude.

Art. 9. §1. El párroco, tras haber considerado todo atentamente, puede conceder la licencia para usar el ritual precedente en la administración de los sacramentos del Bautismo, del Matrimonio, de la Penitencia y de la Unción de Enfermos, si lo requiere el bien de las almas.

§2. A los ordinarios se concede la facultad de celebrar el sacramento de la Confirmación usando el precedente Pontifical Romano, siempre que lo requiera el bien de las almas.

§3. A los clérigos constituidos “in sacris” es lícito usar el Breviario Romano promulgado por el Beato Juan XXIII en 1962.

Art. 10. El ordinario del lugar, si lo considera oportuno, puede erigir una parroquia personal según la norma del canon 518 para las celebraciones con la forma antigua del rito romano, o nombrar un capellán, observadas las normas del derecho.

Art. 11. La Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, erigida por Juan Pablo II en 1988, sigue ejercitando su misión.

Esta Comisión debe tener la forma, y cumplir las tareas y las normas que el Romano Pontífice quiera atribuirle.

Art. 12. La misma Comisión, además de las facultades de las que ya goza, ejercitará la autoridad de la Santa Sede vigilando sobre la observancia y aplicación de estas disposiciones.

Todo cuanto hemos establecido con estas Cartas Apostólicas en forma de Motu Proprio, ordenamos que se considere “establecido y decretado” y que se observe desde el 14 de septiembre de este año, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, pese a lo que pueda haber en contrario.

Dado en Roma, en San Pedro, el 7 de julio de 2007, tercer año de mi Pontificado.

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NOTAS
(1) Ordinamento generale del Messale Romano 3ª ed. 2002, n.937
(2) JUAN PABLO II, Lett. ap. Vicesimus quintus annus, 4 dicembre 1988, 3: AAS 81 (1989), 899
(3) Ibid. JUAN PABLO II, Lett. ap. Vicesimus quintus annus, 4 dicembre 1988, 3: AAS 81 (1989), 899
(4) S. Pio X, Lett. ap. Motu propio data, Abhinc duos annos, 23 ottobre 1913: AAS 5 (1913), 449-450; cfr JUAN PABLO II lett. ap.
Vicesimus quintus annus, n. 3: AAS 81 (1989), 899
(5) Cfr Ioannes Paulus II, Lett. ap.
Motu proprio data Ecclesia Dei, 2 luglio 1988, 6: AAS 80 (1988), 1498
BXVI-MP/…/SUMMORUM PONTIFICUM VIS 070707 (1930)

2 comentarios:

Victor Maldonado Cardenas dijo...

CUANDO LA FE SE DESMORONA
El mal existe en el mundo porque no quiere reconocer a Dios
(San Pablo)

Cuando las cosas van mal en nuestro entorno o contemplamos con impotencia como mueren personas inocentes sin ninguna razón es fácil dejarnos llevar por el desaliento y preguntarnos y Dios, ¿dónde está?.
No podemos comprender porqué ocurren estas tragedias humanitarias y caemos en el error de pensar que Dios nos ha abandonado pero si reflexionamos con serenidad observamos que siempre esta Él entre nosotros.
El siguiente texto, estracto de una Carta Dominical escrita por el Cardenal Ricard María Carles, Arzobispo de Barcelona, se expresa la fortaleza que da creer en Dios a pesar del mal:

En la sinagoga de Roma, en unas grandes lápidas, con muchos nombres, la mayoría de ellos judíos, fusilados en las fosas Ardeatinas, se puede leer:

En las fosas Ardeatinas, sus cuerpos martirizados.
Sobre esta piedra, el nombre imperecedero.
Entre los brazos del Eterno, su alma inmortal.


He aquí la firmeza de quienes mantienen su fe, a pesar de la crueldad, y no niegan a Dios. ¿Por qué ese recuerdo?.

El Padre-Dios ha puesto todo su amor en la creación y en nosotros. A veces, la respuesta de las personas ha sido el pecado. Pero Dios no ha prescindido de la creación ni se ha alejado de ella tras el pecado. Ha realizado la redención. Al enviar a su Hijo al mundo, restaura los daños causados por el pecado y restablece el destino humano en un nivel superior al que teníamos antes de la encarnación y la redención del Señor.

Pablo, de forma contundente, da como razón de la presencia del mal en el mundo el hecho de que éste no quiera reconocer a Dios.

Sin embargo, ante situaciones terribles del mundo, surge esta pregunta: ¿por qué Dios permite que la humanidad se hunda en el mal? Quizás alguna vez hemos escuchado una pregunta que se expresa así: ¿Se puede creer en Dios después de Auschwitz?.

Me duele mucho que las actuaciones innobles de las personas se las atribuyamos a Dios. ¿Por qué la maldad humana nos ha de alejar de Dios, no siendo obra de él, sino precisamente fruto del alejamiento de Dios? No obran según Dios quienes tanto hicieron sufrir a hombres y mujeres. No dudaron de Dios, ante el martirio de sus hermanos, los fieles judíos que grabaron la lápida a la que aludía.

En uno de aquellos campos de exterminio, un joven intentó escapar y lo colgaron de una horca, haciendo formar a todos los prisioneros para que le vieran morir. En aquel momento, un prisionero preguntó a otro: Y Dios, ¿dónde está? Responde el otro prisionero: Colgando en esta horca. Es decir, en el lugar de los que sufren en manos de quienes están negando a Dios con sus obras. Si es que creemos que Cristo -y así lo afirma Él- está en el lugar de los más pobres y abandonados.

La estremecedora cruz de Cristo no es otra cosa que la manifestación máxima del amor de Dios y de la capacidad de rechazo de la humanidad ante el ofrecimiento del amor de Dios.

Victor Maldonado Cardenas dijo...

no fijeis los ojos en nadie mas que en el.. no adoreis a nadie mas que a el.. entregar la vida a nadie mas que sea a el.. dejarse amar a nadie mas q no sea a el.. amar como el..

entonces.. que pasa.. porq.. la lejania de el. porq el no esta en el centro de nuestras vidas aora del mundo.. q pasa con chile.. se olvido de Cristo.. homenajes a personas q quizas hicieron bien, q el representante de CRisto en chile, cardenal esta presente en ese homenaje ...Y DONDE ESTA EL HOMENAJE DE CRISTO... NO SALE POR TV, POR RADIO, POR INTERNET. Q PASA CRISTO NO ES IMPORTANTE? CRISTO NO VALE NADA? Y DE QUIEN ES LA CULPA DE Q no sea homenajeado.. los agentes pastorales? no creo.. creo q todos sabemos de quien es la culpa mas bien no culpa pero responsabilidad...

!!!! A PONER A CRISTO EN PORTADAS!!!! A GRITAR ANUNCIAR DE Q EL AMOR ES EL MEJOR MEDICAMENTO PARA EL STRES DE TRANSANTIAGO,POLITICOS ABSURDOS,DESEMPLEO..

!!! ANUNCIAR Q LA PACIENCIA LA EMPATIA LA PREOCUPACION ES EL REMEDIO PARA SER UN A SOCIEDAD COMUNITARIA GENEROSA HUMILDE ESPIRITUAL,A TODO TERRENO

!!!ANUNCIAR,, QUE DIOS ESTA MAS PRESENTE QUE NUNCA E CHILE Y EN LA TIERRA.. PORQ CRISTO SOMOS NOSOTROS NOSOTROS SOMOS LOS SOLDADOS DE CRISTO...!!!!


QUE SEA LA PAZ CON USTED HERMANO

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