FICHAS SOBRE EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
N° 1.
PRESENTACIÓN
Quisiera abordar la temática, sobre la actitud del penitente, ante el sacramento de la reconciliación, es decir, qué disposición debe poseer, quien se va a acercar a este sacramente de sanación.
El objetivo, es poder conocer y a la vez comentar-reflexionar sobre la importancia de una buena apertura para celebrar la reconciliación con Dios.
Me gustaría poder clarificar el tema de las actitudes de cara a la reconciliación, contrastándolas con aquellos aspectos que pueden confundir el sacramento de la reconciliación.
- Reconciliación y vida cristiana.
En esta parte del desarrollo, teniendo presente el tema de las actitudes del penitente, ante al sacramento de la reconciliación, quiero poner un primer aspecto, el cual, dice relación a la experiencia antropológica, es decir, cómo se hace presente: “la vida”, de quien quiere arrepentirse, y cómo esto influye de cara a lo que realizará o vivirá como experiencia en la reconciliación, pues, dicho sacramento, es un acto eclesial, es decir, la Iglesia entera se une a la fe y entrega del penitente que quiere reconciliarse; por tanto la reconciliación en el cristiano, es parte de su vida, hay una identificación con su propia realidad.
Por eso que, al hablar de la actitud del penitente hacia la reconciliación, se hace necesario, poder establecer, que todo ser humano se ordena hacia la libertad, pero ese camino u orientación se ve afectado por el pecado o la tentación, lo cual es una infidelidad a Dios, lo que dificulta el camino hacia la verdadera libertad que conduce a Dios.
Otra aproximación que se puede establecer en este punto, es señalar que la penitencia, se orienta hacia la gracia de Dios, que se derrama en el hombre, de manera especial en aquel hombre caído, pero que se quiere levantar. Por eso que en está línea cobra mucho sentido hablar del perdón como una actitud fundamental o una manifestación de la gracia de Jesús, que no es otra cosa que el infinito amor del Padre, que desea siempre nuestra conversión.
Ahora bien la reconciliación, si la hemos entendido como actitud de vida, no puede quedarse en el momento pasajero del pecado, es decir, no puede quedar estancada en centrarse sólo en el pecado cometido y la satisfacción recibida, sino que, debe manifestar una experiencia de la gracia de Dios en la vida de aquel que ha dado el paso, que como el hijo pródigo de volver a la casa paterna, es decir, la actitud del arrepentimiento, tiene que dar razón de aquel que lo desea o lo busca, y ese buscar debe comprometer a todo el hombre y llevarlo al cambio de vida.
Es por eso que mi preocupación para realizar este trabajo, ha sido centrarme en este tema, pues, veo que si he dicho que la vida no se puede separar de la experiencia cristiana, tampoco la experiencia de la reconciliación, puede separarse de la vida del hombre, pues va unida y es necesaria.
Finalmente, las características que uno pueda recoger sobre el tema, nunca van a dar cuenta total de lo que cada experiencia personal significa, sólo nos podrán dar indicios u orientaciones de cara a una mayor cercanía con el sacramento, ya que, al hablar de actitudes, lo más importante será no quedarse en la mera casuística, de cumplir lo que se manda de una manera mecánica, sino más bien, teniendo presente que debe apuntar hacia una verdadera conversión, que brota solamente del interior del corazón humano.
De esta manera la vida del hombre que quiere levantarse, se ve enriquecida con el compromiso hacia la construcción del Reino de los Cielos; sólo en esta perspectiva el reconocimiento de la culpa, nos trae como añadido que: quien se reconoce pecador, también es capaz de reconocer lo conflictos externos-sociales que lo vinculan en la experiencia del pecado.
Por eso que, a mi modo de ver, es tan importante dar este primer paso, ya que, con la base o más bien el intento de poner o señalar una base antropológica, se hace más fácil querer entrar en las mismas actitudes que, el papa Juan Pablo II, nos dejó en “Reconciliatio et Paenitentia”.